Gracias, la verdad que el slim se resistió, después de estar casi una hora pateándome cada rincón de la tienda, a punto ya de darme por vencido volví a mirar en una vitrina al azar y entre un montón de cajitas algo metálico se dejaba asomar. Le dije a la tipa que me la abriera y ahí estaba un mechero, miré el bottom y bingo era zippo y el primero antiguo que tenía entre mis manos. La emoción fue total, la tía me miró pensando “todo por ésto?” y me dijo que ni sabía que lo tenían, solo le faltó regalármelo. En fin, una búsqueda sufrida de un zippo que parecía no querer abandonar nunca la tienda pero que el destino le depararía un nuevo hogar en España.