Si hablamos de trabajos con historia detrás, este es el que se lleva la palma.
La historia empezó con el deseo. Por lo que, de primeras, busqué por toda valencia un bañador de oro. El cual encontré, y bañé un primer Zippo. Contentos con el resultado, llevé 4 Zippos más, entre ellos un 32 de nuestro querido amigo Asturiano Topce, Presi y un par más de aquí de mi tierra.
El fondo lo teníamos, hasta que, Juanjo decidió echárselo al bolsillo. Con lo que notamos que había erosiones, por más amor que le hubiera dado con el uso. Tampoco valía este proceso entonces.
Me fui la más prestigiosa artesana de marcos de cuadros de valencia, le compré un librito de oro fino y otro de plata, le preparé la cama receptora al Zippo y por partes, lo doré yo mismo tal si estuviéramos en el S.XV. protegí, le di una capa de resina, no me fiaba le dí una de laca, pinté, y finalicé con laca de nuevo. Y este es el resultado (para mi ha valido la pena todo el viaje):